Mitomanía, qué significa
La mitomanía es un término de origen griego, conformado por «mythos», que alude a una historia ficticia, y «manía», referente a una obsesión o inclinación exagerada. Se caracteriza por una conducta persistente de mentir, alterar y distorsionar la realidad.
Los mitómanos no necesariamente mienten para obtener algún beneficio; en cambio, mienten compulsivamente, impulsados por su necesidad de distorsionar la realidad, incluso cuando esto resulta en situaciones embarazosas.
Mentirosos compulsivos o mitómanos
Los mitómanos son mentirosos compulsivos, que mienten por el placer de mentir, sin ningún otro beneficio añadido.
Entre los trastornos que suelen conllevar un patrón de mentiras compulsivas se encuentran las adicciones y el trastorno de conducta alimentaria. En estos casos, la mentira se convierte en una herramienta de evasión, un mecanismo de negación del trastorno y una vía para perpetuar la conducta adictiva.
El psiquiatra alemán Kurt Schneider describió a los mitómanos como una peligrosa mezcla de narcisismo e histrionismo. Alimentan fantasías de grandiosidad y éxito excepcional, que tratan de hacer pasar por realidad, construyendo así un personaje ficticio. Tienen una tendencia compulsiva de mentir para crearse su propia realidad y personaje.
A diferencia de los mentirosos ocasionales, los mitómanos o pseudólogos son adictos a la mentira, inventando currículums impresionantes, logros extraordinarios y aventuras emocionantes. Se considera trastorno cuando la persona no puede dejar de mentir de manera compulsiva, alterando la realidad hasta tal punto que la creen. Su objetivo no es aliviar los sentimientos de los demás, sino modificar su propia realidad para hacerla más tolerable.
Personas que mienten y manipulan: síntomas
La mitomanía puede conllevar severas consecuencias y dificultades. Las personas que mienten y manipulan suelen ser “pilladas” en alguna circunstancia y les acarrea consecuencias.
Entre los síntomas que sufren los mitómanos están:
- Aislamiento social: Los mitómanos pueden perder la confianza de quienes les rodean, lo que a su vez puede provocar pérdida de empleo, problemas de pareja, rupturas y distanciamiento de amigos y familiares.
- Ansiedad: El esfuerzo de construir y mantener mentiras puede generar altos niveles de ansiedad.
- Falta de control: A pesar de sus esfuerzos, los mitómanos pueden tener dificultades para abstenerse de mentir.
- Problemas sociales: La mentira compulsiva puede erosionar la confianza y afectar negativamente las relaciones personales.
Causas de la mitomanía
Las causas de la mitomanía pueden ser variadas, incluyendo el uso de la mentira como un refugio de la realidad, la insatisfacción, la necesidad de afecto, admiración o aprobación, la necesidad de llamar la atención y una baja autoestima. En algunos casos, puede estar relacionada con un trastorno de la personalidad.
Existen tres teorías principales que explican las causas de la mitomanía:
- Teoría biológica: Sostiene que el cerebro de un mentiroso compulsivo es diferente.
- Teoría social: Sugiere que la mentira compulsiva puede ser un síntoma de un trastorno de la personalidad.
- Teoría psicoanalítica: Afirma que la tendencia a mentir sobre la propia identidad puede estar ligada a una formación defectuosa de la identidad en la infancia.
Personas que se creen sus propias mentiras
Según Emil Kraepelin, fundador de la psiquiatría moderna, las personas que se creen sus propias mentiras suelen ser personas encantadoras, generosas y seguras de sí mismas, capaces de ganar la confianza de los demás. Mienten con tal convicción que, a menudo, acaban creyéndose sus propias mentiras, creando un híbrido de mentira y autoengaño.
Un tipo específico de mitomanía es el síndrome de Münchausen, en el que las personas simulan enfermedades para despertar preocupación y compasión en profesionales sanitarios y obtener la atención que no logran en otros contextos. Ellos mismos piensan que están enfermos, se han creído sus propias mentiras.
Las personas que se creen sus propias mentiras pueden pasar pruebas en «máquinas de la verdad» y polígrafos. La mayoría de personas que pasan estas pruebas, siendo evidente su mentira con otras pruebas, suelen ser mitómanos.
Cómo dejar de mentir y de ser un mitómano
No es sencillo dejar de mentir de un día para otro. Abordar la mitomanía requiere una comprensión y tratamiento profesionales. A menudo, el primer desafío es que el individuo mitómano reconozca su problema y busque ayuda. Es crucial pedir ayuda si reconoces los síntomas en ti mismo o en alguien más para evitar las repercusiones graves de este trastorno de la personalidad.
El tratamiento de la mitomanía tiene como objetivo principal reeducar la percepción de la realidad del paciente, y que deje de mentir. Sin embargo, el éxito depende de la voluntad del individuo de aceptar su problema y comprometerse a resolverlo. El tratamiento comienza identificando las razones subyacentes del engaño y luego se centra en mejorar la autoestima y controlar la ansiedad.
En muchos casos, las raíces de la mentira compulsiva se encuentran en la infancia. Las mentiras en esta etapa pueden ser una respuesta a una baja autoestima, un trastorno de la personalidad, una necesidad excesiva de afecto o una forma de evitar responsabilidades o castigos. La educación y el apoyo correctos pueden ayudar a los niños a distinguir entre realidad y fantasía y a valorar la honestidad. Es muy posible que la persona no haya dejado de mentir desde niño.
A nivel neurológico, la mitomanía puede generar sensaciones placenteras, ya que mentir libera hormonas que recompensan al cerebro con sentimientos agradables. Cuando la mentira se convierte en una práctica habitual, las respuestas negativas asociadas a la misma se debilitan, facilitando la manipulación de la realidad.
Aunque la mentira es una parte natural de la comunicación humana e incluso es utilizada por otros animales como táctica de supervivencia, la mitomanía convierte la mentira en un hábito peligroso. Los mitómanos pueden ser peligrosos para sí mismos, ya que la mentira compulsiva puede llevar al aislamiento y a otros problemas personales. En casos extremos, las mentiras dañinas o perversas pueden causar daño a otros a través de calumnias o acusaciones falsas. Si necesitas ayuda para dejar de mentir, consulta con un psicólogo especialista en el tema.
Ejemplos de mentirosos compulsivos
Vamos a poner dos ejemplos de mentirosos compulsivos famosos. Eran dos personas que no podían dejar de mentir.
Frank Abagnale Jr. es un ejemplo clásico de un mentiroso compulsivo. Este personaje estadounidense llevó una vida de engaños antes de cumplir 21 años, haciéndose pasar por piloto, abogado y médico, a pesar de no tener ninguna de estas cualificaciones. Su vida de estafas llegó a la gran pantalla en la película «Atrápame si puedes» (2002). Abagnale Jr. comenzó su carrera de mentiras estafando a su propio padre, avanzando luego al fraude bancario y la suplantación de identidad profesional. A pesar de ser detenido y pasar tiempo en prisión en tres países diferentes, logró convertir su vida de engaños en un éxito al ayudar al gobierno de EE.UU. a combatir el fraude.
El clérigo jesuita Jerónimo Román de la Higuera, también conocido como el ‘Padre Higuera de Toledo’, es otro caso notable de un mentiroso compulsivo. Considerado un pseudohistoriador, este español se hizo famoso por inventar relatos históricos falsos. Entre sus mentiras más destacadas estuvo la afirmación de que Toledo fue fundada por Hércules y que los griegos huyeron de Troya para establecerse en Galicia, dando origen a estirpes ilustres, incluyendo la suya. Incluso llegó a afirmar que el rey visigodo Leovigildo se convirtió al Catolicismo en un momento en que España era un bastión del Arrianismo. Aunque sus afirmaciones fueron falsas, su habilidad para inventar historias ha dejado una huella en la historia.